jueves, 11 de marzo de 2010

Empacó un par de camisa, un sombrero, su vocación de aventurero, seis consejos, siete fotos, mil recuerdos... Empacó sus ganas de quedarse, su condición de transformarse en el hombre que soñó y no a logrado. Dijo adiós con una mueca disfrazada de sonrisa y le suplicó a su Dios crucificado en la repisa el resguardo de los suyos... Y perforó la frontera como pudo.

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