viernes, 23 de abril de 2010

*

- ¿Te puedo pedir una cosa?
- Sí, dime
- No te acostumbres a mí.
- ¿Cómo?
- Que no te acostumbres a mí, ni a mi risa, ni a mi hiperactividad matutina, ni a mis sonrisas en esos momentos, ni a mis besos, ni te acostumbres a mis mordidas de labios. No te acostumbres a que hablemos de tus asuntos, ni a que te escuche con atención. No te acostumbres a como te miro o te dejo de mirar, ni te acostumbres a mi rabia, ni a reírte de las cosas que digo. No te acostumbres a las incoherencias que digo cuando duermo, ni a que me quede dormida junto a tí. No te acostumbres a mi falta de seriedad. No te acostumbres a mi risa cuando intento parecer enojada. No te acostumbres en serio
- ¿Y eso a que viene?
- A nada simplemente algún día me cansaré, me iré y echarás de menos a esas cosas si estás acostumbrado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario